Todos los días, a toda hora, en alguna parte del mundo siempre hay una soga que aprisiona un cuello... un arma que gatilla sobre una cabeza... una sobre dosis de pastillas... un filo intruso que impide el flujo sanguíneo de las venas... un cuerpo que reposa sobre las rieles esperando la llegada de un tren.
De un tren que lo llevara hacia donde jamás podrá regresar.
Algunos nunca entenderan el porque de estas decisiones.
Se dirá que siempre hay una manera de salir adelante pase lo que pase.
Sea lo que sea.
La muerte de un hijo, una esposa, un esposo, un hermano, un padre una madre.
Una mala pasada en el casino.
Un examen reprobado para el cual tanto se estudio.
El despido de ese trabajo que tanto hacia falta.
Un engaño.
Una traición.
Cualquier causa puede desencadenar en un acto de locura para quienes lo ven desde afuera.
No tan loco para quienes lo miran desde adentro.
Existe alguna manera en que las personas que deciden terminar con sus propias vidas se arrepientan de tan dramático suceso.
Posiblemente si se plantea ese arrepentimiento antes de poner en marcha el método que se pensó para llegar a la muerte, la respuesta sea un SI.
Pero que sucede cuando tal método ya se ejecuto.
Ya no hay tiempo de volver a la cima desde donde se lanzo, o de abrir una ventana para que salga el monóxido que se junto, o de cortar la energía que se propino.
La única posibilidad de arrepentimiento va ser analizada seguramente en la otra vida. Claro, si es que existe la vida después de la muerte.
¿Que pasa si la vida después de la muerte no es otra que la verdadera vida real?
Mi historia es muy difícil de contar.
Yo creo que debo ser la única persona en el mundo que logro volver de la muerte aun cuando creía que eso era imposible.
Hasta el día de hoy sigo atónito por lo que me paso.
Mi 1ra vida comienza así...
CAPITULO 1
Mis padres estaban muy contentos. Hacia mucho tiempo que estaban buscando un hermanito para su hija Daniela.
Finalmente el deseo se hizo realidad, mi mama quedo embarazada del que vendría a ser yo.
Según mi verdadero documento de identidad mi nombre es Marcos, nací en la provincia de Córdoba, Argentina.
A juzgar por lo que me contaron, mis papas se esforzaban en que mi infancia sea de las mejores a pesar del mal momento económico que estaban pasando.
Pero cualquier infancia por mas feliz que sea no esta exenta de las desgracias.
No fue la mía la excepción.
Me contó mi verdadero padre que mi instinto curioso me llevo a gatear hasta el mismísimo borde del balcón que existía en un ambiente de mi casa.
Algunos quieren creer que fue el destino. Otros optan por la negligencia de mi mama, que esa mañana estaba pendiente de una novela que ella nunca se perdía.
Mi inocencia me llevo a ir mas allá de lo que la gravedad me permite. Como podrán imaginar, caí al vació desde 4 pisos de altura.
Fue una vecina que en ese momento estaba barriendo la vereda del edificio que comenzó a gritar desesperadamente al ver caer mi cuerpo.
Casi todo el barrio salió a la calle alertados por dichos gritos. El panorama se transformo en caos total. Dicen que cuando mi madre se asomo por el mismo balcón por donde yo había caído y me vio tirado en la vereda ella también quiso seguir los mismos pasos que yo.
Pero afortunadamente mi papa la rescato a tiempo.
El servicio de emergencia llego a los pocos minutos y agraciadamente el diagnostico no fue del todo negativo.
Era raro. Rarísimo. Nunca nadie pensó que me iba salvar de semejante catástrofe. Ni si quiera los propios médicos que vinieron a darme los primeros auxilios.
Mis corazón seguía latiendo, pero desde esa mañana del 19 de marzo de 1980 mis ojos permanecieron cerrados por un largo tiempo.
Enchufado a un respirador y con decenas de cables y mangueras conectadas a mi cuerpo, los médicos del hospital Italiano hicieron lo imposible para lograr que recupere mi conciencia.
Pero eso jamás sucedió.
Los días pasaron y me diagnosticaron muerte cerebral.
Las opciones para mis padres fueron dos: O decidían sacarme el respirador para que mi alma descanse en paz, o se resignaban a esperar un milagro que les devolviera la felicidad que por tanto tiempo habían estado buscando.
Como ustedes podrán imaginarse algunos médicos con gran corazón aconsejaron a mis padres tener Fe y confiar en que Dios todo lo puede.
Decidieron mantenerme con vida, pero en lo que se denomina “Estado Vegetativo”
Podrían pasar días, meses, años hasta que yo vuelva a reaccionar. Pero nunca se les cruzo por la cabeza que ese tiempo podría transformarse en –décadas-.
A partir de ese momento las actividades normales de mis padres cambiaron por completo.
Ahora tendrían que dedicarse gran parte de su tiempo a estar pendientes de mi posible evolución. Esa espera con el correr del tiempo se transformaría en calvario.
Misas organizadas para pedir por mi mejoría.
Colectas para cubrir los gastos que mi mantención requería.
Promesas.
Paso de todo mientras estuve literalmente “muerto”.
De lo que nadie se había dado cuenta era que algunos sectores de mi cerebro habían seguido en acción.
Misteriosamente mi mente me introdujo en una realidad que nunca fue real.
CAPITULO 2
El radio reloj marcaba las 07:00 hs. La chicharra con cierta similitud a una sirena de policía logro levantarme de la cama de un solo salto.
Me vestí rápidamente y salí de la habitación no sin antes darle un beso a mi mujer.
Me lave la cara. Posteriormente los dientes.
Proseguí preparándome el desayuno.
Exactamente la misma rutina repetía todas las mañanas, de lunes a viernes, antes de partir hacia mi trabajo. Pero desde hacia una semana esa rutina se había visto alterada debido a la venta de mi empresa. De ahora en mas no me haría falta trabajar ni a mí ni a nadie de mi familia por un largo tiempo gracias al ese magnifico negocio que había echo.
Es por eso que estaba muy contento con la vida que llevaba. Tenia una linda familia conformada por mi mujer y mis dos hijos. Acaba de hacer ese negocio multimillonario que me iba permitir construir la casa que siempre había soñado y acababa de adquirir el auto que siempre quise.
Pero esa mañana no iba ser como todas las anteriores. Esa mañana iba cambiar para siempre el sentido de mi existencia.
Mientras viajaba rumbo al banco para realizar una extracción para pagar el vehículo en el cual me desplazaba, una camioneta tipo furgón se cruzo en mi camino, lo cual me obligo a aminorar la velocidad de mi auto hasta frenarlo por completo.
Ante mis insistentes bocinazos para procurar a que dicha camioneta me dejara seguir por mi trayecto, de uno de los costados se abrió una compuerta desde la cual bajaron varios sujetos armados que me tomaron de sorpresa.
Si, era lo que pensaba. Estaban a punto de secuestrarme. Ni si quiera mi intento de fuga pudo salvarme de tan indeseable situación.
Los malhechores con sus rostros totalmente cubiertos por pasamontañas abordaron mi vehículo y me obligaron a descender del mismo.
Posteriormente me aplicaron un culetazo seco en la nunca y me hicieron subir a la camioneta.
No entendía nada. Intentaba pedir una explicación de lo que estaba sucediendo pero cada ves que intentaba hacerlo recibía uno y otro golpe.
La marcha de la camioneta no se detuvo por mas de una hora. No tenia noción absoluta de donde me estaban llevando.
Por fin el vehículo se detuvo. Ahora me explicaran de que se trata esto, pensé.
Uno de los delincuentes me torció los brazos hacia atrás y me coloco esposas. Luego me colocaron una venda en mis ojos y me hicieron abandonar la furgoneta llevándome hacia lo que seria la guarida.
Me sentaron sobre un banco y por fin logre escuchar la voz de uno de los secuestradores.
-Tenemos tomada a tu familia, o nos decís ya mismo las claves de acceso a tus cuentas bancarias o terminamos con la vida de ellos. No hay nada mas para hablar. Tenes media hora para pensarlo.
Fue mi sentencia. Tenia media hora para decidir el destino de mi familia. O me resignaba a perder mi fortuna y quedar literalmente en la calle perdiendo todo lo que había logrado hasta el momento o intentaba alguna posibilidad escasa de fuga que permitiera salvarme a mi y a los míos.
CAPITULO 3
No podía dejar de pensar un segundo en mi familia. Si algo malo les pasaba mi vida ya no tendría sentido.
Paso un cuarto de hora y mi mente estaba exhausta.
Tampoco había encontrado la forma de zafarme de los ajustados nudos que aprisionaban todas mis extremidades.
No tenia escapatoria. Estaba a resignado.
Un par de golpes fuertes bastaron para que los números de la clave de mi cuenta bancaria salieran de mi boca uno por uno. Sin titubear.
Nunca imagine que el rumbo de mi tan merecida fortuna iban a ser los bolsillos de estos hijos de puta.
Me hubiera gustado mucho mas haberlo utilizado en otras cosas, pero el destino me jugo una mala pasada.
Estaba dispuesto a ceder en todo. No quería que le hagan daño a mis hijos. No podría soportar tan desgraciada situación.
Esperaba con ansias mi liberación. Pensé que el fin a todo esto llegaría pronto. Pero eso nunca paso.
De una forma inexplicable uno de los integrantes de la banda comenzó a propinarme una golpiza que jamás logre olvidar. Ni siquiera en mi otra vida.
Algo inesperado, ilógico, absurdo estaba ocurriendo. Uno de los delincuentes me otorgo una catarata de insultos luego de dejarme bien claro que el dinero circunstancialmente tendría que haber estado depositado en mi cuenta no existía.
Por unos segundos quise pensar que todo era una farsa que me estaban haciendo.
Los golpes nunca cesaron. Eso me dio a entender que los secuestradores no estaban jodiendo.
Aunque insistí en que no existía forma alguna de que ese dinero no este allí los malhechores parecieron no entender mis suplicas.
Uno de ellos me saco la venda que cubría mi rostro. Por fin pude verlos cara a cara.
Eran 5. El mas corpulento dirigía la pandilla. Fue precisamente el quien pidió que nos dejaran a solas.
Se agacho frente a mi indefenso estado y me miro fijo a los ojos. Con una mirada aterradora, psicotica me transmitió tanto miedo que las lagrimas me abordaron.
Si, estaba llorando como una verdadera marica. Pero no era para menos. Me sentía inútil. Perdido. No entendía que estaba pasando.
El líder de la banda me sentencio nuevamente. O le confesaba en donde tenia el dinero o hacia estragos a mi familia. Los gritos desesperados de mi mujer por el auricular de un teléfono celular me hicieron tomar rápidamente una decisión.
CAPITULO 4
Solo mi mujer y yo sabíamos de la existencia de un escondite secreto ubicado en el lugar mas ínfimo de nuestro hogar.
Era como una caja fuerte bajo tierra.
Una caja fuerte que únicamente se accedía para el deposito de dinero y objetos de mucho valor.
Cheques, alhajas, relojes de oro, documentos, dinero en efectivo, joyas y demás elementos de altísimo costo.
Si que había valor dentro de esa caja.
Ahorros de todo una vida capas. Esa reserva de dinero que siempre uno tiene por si de repente alguna cosa sucede. Alguna cosa como la que estaba viviendo ahora.
Jamás pensé en develar información acerca de ese compartimiento. Había especulado en que tal reserva de valor me servirían para salir adelante en caso de perder el dinero que según el lider de la banda no existía.
Justo cuando me había decidido a terminar con mi vida sobrecargada de trabajo.
Justo cuando me había decidido a compartir el resto de mis días con mi familia.
Justo cuando me había decidido a cumplir todos mis sueños.
Justo cuando creía que todo lo bueno estaba por comenzar. Me pasaba esto.
Era injusto. Creo que no era merecedor de tal situación.
Pero bueno, no me quedaba otra. Ya les dije anteriormente que estaba dispuesto a ceder en todo. A resignar todo. Todo de todo. Inclusive mi compartimiento secreto de ahorros.
Era lo único que podía detener a la furia de este grupo de delincuentes que amenazaban con ponerle punto final a el sentido de mi existencia.
Luego de darle datos preciosos de donde y como se accedía a dicho compartimiento el hombre corpulento se calmo. Una sonrisa extraña se dibujo en su cara. Se puso de pie y se marcho.
Aprovechando que ahora no poseía la venda que resguardaba mi rostro procedí a inspeccionar toda la habitación en busca de una posible escapatoria.
También busque revertir mi intento fallido de zafarme de las ataduras.
No se como sucedió, pero conseguí encoger una de mis manos a tal punto que logre liberarla de semejantes nudos.
Cualquier intento de fuga ponía en serio riesgo mi vida. Pero sentí que esa era mi oportunidad. Debía arriesgarme. No tenia nada que perder, pues, ya lo había perdido todo...
CAPITULO 5
Me asome sigilosamente por una pequeña ventana y constate de que mi fuga por ese preciso agujero tenia grandes probabilidades de ser exitosa.
No había moros en la costa.
Era ahora o nunca.
Cuidadosamente comencé a escabullirme por dicha ventana. Cuando por fin logre asomar mi cabeza del otro lado mis ojos vieron lo que jamás hubiera imaginado...
Una sensación de impotencia, bronca, dolor, angustia y resentimiento recorrió todo mi cuerpo... estaba observando como la mujer de mi vida abrazaba y besaba desaforadamente al que minutos antes me había propinado la golpiza.
Era algo ilógico. Por instantes pensé que todo era una pesadilla.
Cerré los ojos una y otra ves rogando que todo fuera parte de mi imaginación.
Pero nada cambio. La escena era la misma. Estaba confrontando con mi propia vista como mis sueños habían sido saqueados por una especie de complot entre mi esposa y este grupo de gente.
Como nunca antes haberme dado cuenta de que la mujer en la cual yo confiaba estaba cometiendo la peor traición de los tiempos.
Una ves que logre pasar todo mi cuerpo hacia el otro lado de la ventana me puse de pie y camine instintivamente hasta estar frente a mi esposa y el sujeto que la contenía.
Al mismo tiempo que escuchaba como uno de los integrantes de la banda alertaba a los demás que yo me había fugado, el hombre que me acaba de hacer añicos todas mis ilusiones saco un arma y me apunto a la frente...
Fue ese instante cuando mis hijos descendieron del que fuera mi vehículo gritando tiernamente PAPA!. Venían con toda prisa a abrazarme. Sus rostros estaban cubiertos de lagrimas. Aunque sabia que estaba a unos cuantos disparos de mi fin, no pude ocultar mi enorme alegría por verlos con vida... Pero esa enorme alegría termino sepultada cuando el animal que estaba a punto de matarme comenzó a efectuarles disparos.
No entendía porque cometía semejante locura. Ni siquiera mi esposa, madre de los niños hacia nada por impedirlo.
En un intento por terminar con dicha demencia me lance sobre el psicópata que acaba de asesinar a mis hijos en mi cara. Pero un sin fin de estallidos le pusieron fin a la gresca.
Quede tendido en el piso. Acribillado a balazos por el asesino de mis hijos, ladrón de mis ilusiones.
Milagrosamente mi corazón continuaba latiendo. No entendía porque. Mi vista estaba nublada. Solo me quedaba esperar el segundo exacto en que mi alma se aleje de mi cuerpo.
Sentí como la mano de mi señora acariciaba mi rostro, sentí como mis sueños de una vida mejor se iban con migo al cielo. Sentí dolor.
Sentía cosas en plena agonía. Ahora si deseaba dejar de respirar lo mas pronto posible.
CAPITULO 6
El cronometro de la muerte había comenzado a funcionar. Sabia que mi corazón se pararía en cuestión de segundos.
Con mis ultimas palpitaciones de vida me esforcé para mantener mi conciencia activa fue en ese momento cuando mi esposa se acercó a mi cuerpo, sujeto mi brazo y coloco sobre mi mano el arma que su otro “amado” había utilizado para acribillar a mis hijos y sentenciarme a mi mismo.
Entendía claramente cual era el mensaje. Pretendían hacerme responsable del asesinato de mis propios hijos y como si fuera eso poco también procuraban a que yo mismo le ponga el punto final a mi historia.
Subieron todos a una camioneta y escaparon sin dejar rastros de nada.
Estaba tendido en el suelo. Unas ganas de terribles de romper en llanto recorrían todo mi ser. Pero no podía. No tenia las fuerzas suficientes. Estaba liquidado. Lo único que sentía eran dolores terribles en cada parte de mi cuerpo. Aunque gritara lo mas fuerte posible nadie me escucharía. Estaba solo. Perdido.
Tenia dos alternativas... Seguir agonizando como un animal o asumir la situación y terminar de una ves por todas con mi sufrimiento.
Me imaginaba recuperándome, poniéndome de pie y buscando ayuda. Pero al mismo tiempo me imaginaba impotente. ¿Buscando ayuda para que? Mis hijos ya no estarían con migo.
Mi familia, no estaría con migo.
Coloque la punta del arma dentro de mi boca y cerré los ojos.
CAPITULO 7
-Mariaaa!! Mariaa!!! MARCOS DESPERTO!!!!!! MARCOS DESPERTO!!!!!!
Eran los gritos desesperados de una mujer de avanzada de edad que estaba comunicándose por celular con valla saber quien. Señalaba que Marcos había despertado. Que vinieran rápidamente hacia este lugar en donde estábamos.
Comprendí que estaban hablando de mi... pero... ¿Marcos? , ¿Quien es Marcos?
-Marquitos!! Marquitos corazón! Despertaste! Despertaste! Yo sabia que ibas a recuperarte! Sabia que ibas a estar bien! Que alegría Marquitos tenerte de vuelta! Que alegría!
La señora estaba exaltada, no comprendía porque me llamaba Marcos. Me fundió en un abrazo interminable que hasta yo mismo quise alargar.
Me daba besos en la frente. Me acariciaba el rostro. No entendía porque tanto amor.
No conocía a esta señora, no lograba entender quien era. Tampoco entendía que hacia en ese lugar. En donde estaba. Como había llegado hasta allí. Porque estaba vivo. Como había sobrevivido.
Estos y mas interrogantes navegaban por mi cabeza. Con ansias esperaba que alguien fuera capaz de explicarme que estaba pasando.
En cuestión de minutos llegaron a la habitación un grupo de médicos y varias personas mas a las cuales tampoco conocía.
-MARCOOOOS!!! Marquitossss mi vidaaa ¡ hijito mio! volviste marquitos!!! Volviste!!!!
Gritaba una mujer al mismo tiempo que lagrimeaba de alegría.
Fue ese instante en que decidí sentarme en la cama y encarar de una ves por todas esta situación tan extraña que estaba atravesando.
CAPITULO 8
No podía creer lo que estaba escuchando. No podía asimilar todo lo que me estaban diciendo.
Pensé que era un sueño, una pesadilla, pero estaba equivocado.
Corri las sabanas y mire mi cuerpo en busca de las heridas causadas por los disparos. Pero nada de eso estaba. No entendía que estaba ocurriendo.
Un hombre y una mujer afirmaban ser mis padres. Decían que había pasado 32 años en coma, sin despertar. Que había sufrido un accidente del cual me salve milagrosamente.
Mi mente estuvo inactiva durante 32 años en los cuales solo mi corazón se encargo de mantenerme con vida.
Pero...si acababa de efectuarme un disparo en mi garganta, como es posible que ahora me digan que estuve 32 años “dormido”. Entre en un colapso de nervios. Estaba desesperado.
Los médicos presentes en el lugar me dieron tranquilizantes y trataron de explicarme una y otra ves que todo lo que yo había “vivido” no era mas que un conjunto de situaciones paralelas que se crearon nada mas que en mi cerebro.
Era algo asi como un gran sueño de 32 años. Toda mi otra vida no existía, nunca existió.
Mis hijos, mi señora, la traición, mi progreso, todo, absolutamente todo había sido parte de mi imaginación.
CONTINUARA...
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